viernes, 10 de febrero de 2012

SE PUEDEN IR LOS MEJORES

Se pueden ir los mejores

Bernardo Díaz Nosty | Actualizado 10.02.2012 - 
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HA decidido marcharse del país. Buscarse la vida allí donde el talento es apreciado como un antídoto de la crisis. Alemania, por ejemplo. Con veinticuatro años, él, como cada vez más jóvenes universitarios, emplea sus habilidades para no caer en la depresión personal. Tiene un buen expediente académico y sabe que, por mal que la vayan las cosas, no le irán peor de lo que le augura un horizonte de paro y precarización.

No se va con la maleta de cartón, que, tal vez, conserve su abuelo, ni lleva una dirección incierta de un amigo del pueblo en Suiza o Alemania. Viaja en avión, habla inglés correctamente y guarda en la mochila un título superior que le avala como candidato a un buen empleo. Está en el escenario de la globalización y su lógica, salvadas las distancias, no es muy distinta a la de los subsaharianos que, con un cierto grado de instrucción, llegaban a España buscando mejorar las escasas expectativas que les ofrecían sus países de origen.

La máquina del tiempo nos devuelve al pasado. Ahora son los mejor formados, fruto de un esfuerzo que definió la modernización y el progreso nacionales, quienes buscarán fuera lo que no encuentran aquí. Cuando las políticas de salvación se reducen a recortes, descubrimos la ironía del discurso de anteayer, que asociaba la formación a la innovación y el emprendimiento, a los disolventes de las crisis. ¿No es posible aplicar el capital humano que se desvanece en la dirección de unas políticas públicas menos apegadas a la visión contable destinada a pagar las facturas del pasado? ¿Dónde van a quedar las ilusiones y la energía vital de los que todo lo fiaron a su formación? El país pierde con ellos gas y soberanía…

El furor del nuevo Gobierno, que aún se reserva la guarda afilada para después del 25 de marzo, recuerda a la intervención eficaz de los bomberos. A pesar de apagar el fuego, no logran que el edificio se mantenga en pie. Por lamentable e injusto que resulte, no es de extrañar el exilio económico de los mejores. Les hemos enseñado a volar. Son muchos los que ya viajan a través de internet hacia Alemania, Estados Unidos, Canadá, Australia, en una exploración previa a la adquisición de los pasajes.

Una sociedad que pierde a los jóvenes, o donde los jóvenes pierden la esperanza, por muchas razones está hipotecando su futuro, aunque finalmente los cobradores del frac puedan lograr que cuadren las cuentas de un país en ruina… Probablemente hoy, la reforma laboral trace un cortafuegos, pero seguramente no mire tanto al necesario rescate de la gente cuya formación ha supuesto la gran apuesta del país.
 
EUROPA SUR 10-2-2012

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